Todos en alguna ocasión puntual hemos sentido celos, bien sentimentales, profesionales o incluso de amistad. Se trata de una reacción a una amenaza de pérdida, sea o no real. Hay celos fundados y otros totalmente erróneos. Sin embargo, este tipo de conductas se consideran normal siempre y cuando sean eso, puntuales, que no supongan el centro de la vida. De lo contrario, estaríamos hablando de celos patológicos.
Los celos son una emoción que se genera en la mente de quien piensa que, el amor de alguien, a quien equivocadamente considera de su pertenencia, puede serle arrebatado. Siente esa relación amenazada y, desde el instante que lo advierte, es presa de una inquietud que le corroe la tranquilidad y sufre una constante sensación de ansiedad. Esto se puede ver en algunas relaciones amorosas, en las que los integrantes pueden experimentar dolor.
Si tú te desenvuelves en la vida de pareja de este modo o aceptas que te traten así, no está por demás que hagas lo posible por “poner pies en polvorosa”, como coloquialmente se dice, y huir de esa relación tormentosa, así como buscar ayuda profesional. De nada sirve pensar que “con el tiempo cambiará” o “es que me quiere demasiado”.
Algunos mitos que todavía condicionan en cierta manera el significado de amar y de amor son: 'Es celoso porque le quiere' o 'cuando se quiere a alguien es normal tener celos'. Según señala el especialista, muchas personas prefieren que sus parejas tengan celos porque piensan que es una señal de amor, cuando no son más que una falta importante de autoestima, o de habilidades sociales, o bien de un aprendizaje distorsionado sobre la pareja. Lo cierto es que «no hay creencia que nos limite más que la que confina el amor a los celos», afirma López de Fez.
Otro mito muy extendido es aquel que dice que los celos se solucionan con el tiempo. Nada de eso. «En los momentos de crisis, el tiempo puede resultar un elemento distanciador, además de potenciar el problema», comenta el escritor.
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