En época de crisis, toda medida de ahorro es buena y mucho más si el ahorro es para todo un colectivo. Las comunidades de vecinos, conscientes de que cada euro cuenta, han decidido tomar cartas en el asunto y reducir en la medida de lo posible su gasto.
Según Manuela Julia Martínez, ex vocal del Colegio de Administradores de Fincas de Madrid, el 60% del gasto en una comunidad de vecinos se deriva del consumo de electricidad y combustible y con la aplicación de unas medidas básicas, los vecinos notarían el ahorro considerablemente.
Las medidas que promueve Martínez se centran en dos pilares fundamentales: uso de combustibles alternativos y una iluminación eficiente. En primer lugar, habría que dejar a una lado las calderas que utilizan combustibles tradicionales como el petróleo, gas o fueloil-más caras y contaminantes- para abogar por el uso de la biomasa. El coste de este fuente de energía sería mucho menor y por tanto los vecinos lo notarían en su bolsillo.
Una correcta iluminación es la otra medida que se debería instaurar para que las comunidades de vecinos puedan darse un respiro en cuanto al gasto. Una lámpara led consume 10 veces menos que una incandescente y tiene una vida útil muy superior. Además, la instalación de sensores de movimiento en las zonas comunes, implementarían aún más este ahorro de electricidad, y se aprovecharían mejor los recursos, sin despilfarrar.
Detectar estas necesidades corresponde a los especialistas en este ámbito y a los administradores de fincas, quienes después de valorar las deficiencias en las propiedades, elaborarían un informe que se presentaría ante la junta directiva y se tomarían las medidas correspondientes para lograr un ahorro palpable.
La falta de concienciación entre los convecinos y una reticencia al cambio son dos de los principales handicaps con los que se enfrenta este sector. Informar, promover y actuar han de ser los pasos a seguir para que nuestros bolsillos comunitarios dejen de sufrir.
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