Descubrir nuestra vocación no es una tarea sencilla, y es que a la hora de decantarnos por una profesión u otra que marque nuestro futuro posteriormente es una de los retos más significativos en la vida de cualquier individuo.
Identificar el talento propio es una complicación más a sumar ya que según David Martínez, psicólogo empresarial y socio de Grupo Actual, “Es relativamente común que profesionales con largas trayectorias a sus espaldas aun no tengan bien identificado su talento. En el caso de los menores de 20 años este problema se multiplica. Buena parte de nuestros jóvenes eligen iniciar una trayectoria profesional sin tener una idea clara de lo que se les da bien y de la actividad real que hay detrás de esa profesión”.
IDENTIFICA TU TALENTO EN TRES PASOS
1. ANALIZANDO NUESTRAS CAPACIDADES. Con “capacidad” nos referimos a los conocimientos con los que el estudiante cuenta o contará en el plazo corto/medio. Es improbable que un alumno de bachillerato con limitados conocimientos de francés adquiera en tiempo record el manejo del idioma requerido para afrontar un grado en La Sorbona. Los cambios dramáticos de rumbo no son buenos compañeros de viaje, excepto en estudiantes sobresalientes, con gran capacidad de trabajo y habilidad para manejar grandes volúmenes de información.
Eso sí, en caso de cambios radicales el estudiante habrá de realizar un plan de acción realista y con plazos bien definidos para adquirir esa nueva base de conocimientos mínimos.
2. ¿CUÁLES SON NUESTRAS MOTIVACIONES? O lo que es lo mismo: ¿Qué es lo que realmente queremos y nos gusta hace? ¿Dónde nos vemos en nuestra futura carrera profesional? Una de las grandes dificultades a la hora de identificar nuestras motivaciones es discriminar entre la
llamada “motivación intrínseca” y la “extrínseca”. La primera implica que disfrutamos con un determinado área o trabajo sin necesidad de ningún incentivo externo. Estamos ante la clásica vocación. La motivación extrínseca procede de los elementos externos vinculados a ese trabajo: reconocimiento social, posibilidades laborales, remuneración… Dónde se encuentra el equilibrio entre una y otra es una decisión personal que el estudiante ha de meditar. Sin perjuicio de lo anterior, numerosos estudios y el sentido común apuntan a que una motivación intrínseca sólida suele estar asociada a mejores expedientes académicos y logros profesionales.
3. ¿QUÉ DICEN TUS COMPORTAMIENTOS DE TI? ¿Y CÓMO CASAN ESOS COMPORTAMIENTOS CON TU FUTURA PROFESIÓN? Autodefinirse no suele ser fácil, por eso puede resultar útil fijarse en cómo nos hemos comportado en distintas situaciones de nuestra vida. Ese análisis nos permitirá ubicarnos a nosotros mismos en comparación a los otros. Flexibilidad, tolerancia al estrés, planificación, liderazgo, creatividad, habilidad de escucha, comunicación oral y escrita, trabajo en equipo y rigor pueden ser algunas de las variables a revisar. El siguiente paso consiste en identificar los rasgos personales más deseables en la profesión/estudios que estamos contemplando.
La alineación entre nuestra identidad y la óptima para la profesión elegida va a simplificar enormemente las cosas y a hacer el viaje más placentero. Al final solemos ser buenos en aquellas cosas que se nos dan mejor.
Fuente: Grupo Cero
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