Hasta hace un tiempo las madres se vestían de super heroínas para rescatar a sus hijos para encontrar el zapato perdido debajo de la cama o cualquier cosa que por algún motivo inexplicable desapareció en el desordenado orden de las habitaciones.
El trabajo, las obligaciones, la conciliación de lo laboral y lo personal, son algunos de los factores que nos generan estrés a diario. Sin embargo, para evitar que nuestro cerebro sea estropeado por esa situación, es recomendable practicar deporte ya que a través de un estudio se pudo constatar que el ejercicio permite reorganizar nuestro cerebro, reducir su respuesta al estrés y así lograr que la ansiedad no interfiera en su funcionamiento.
Nada podía declararse como perdido hasta no consultar con las especialistas en búsquedas imposibles.
La revolución tecnológica se hecho paso ante estas increíbles heroínas de alguna manera. Ahora existen cientos de artefactos que son los mejores aliados para encontrar las llaves, el móvil, o cualquier objeto que desaparezca. Luces, códigos, cables, ruidos hacen que estos famosos buscadores mágicos nos salven de un apuro si perdemos las llaves…Pero la verdadera magia ocurre en las cabezas.
Se han realizado increíbles estudios de los que ocurre en nuestras cabezas cuando perdemos las cosas y como el mismo se adapta para encontrarlas. Una Universidad de Canadá, Waterloo fue una de las primeras en investigar esto.
Hay una falta de sincronización entre la zona del cerebro encargada de percibir lo que tenemos a nuestro alrededor y la que controla los movimientos.
Por eso se explica que muchas veces tenemos lo que buscamos al alcance de la mano pero no somos capaces de verlo.
Las investigaciones mas recientes en la temática fueron realizadas por científicos de la universidad de California en Berkeley. Tras varios estudios pudieron demostrar la capacidad del cerebro para convertirse en un verdadero buscador programado para encontrar lo que sea.
Cuando no puede encontrar algo, se ajusta con las demás áreas cerebrales para lograr dar con el objeto deseado en menor cantidad de tiempo.
Estos avances demuestran que no es un órgano estático, sino que puede modificarse mientras trabaja para optimizar sus procesos. La Universidad de Pennsylvania respalda esta tesis de la “instantaneidad”al descubrir que hablar con uno mismo puede ser una gran estrategia para mejorar la concentración y colaborar en la búsqueda de objetos perdidos.
Ni madres ni artefactos extraños, todo el potencial que necesitamos está un poco más arriba de los hombros. Eso sí, hay que mantenerlo activo para que funcione correctamente y nos rescate cuando sea necesario.
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