Tras Malta y Portugal, España es el tercer país de la UE en lo que a abandono escolar se refiere. Los resultados del pasado año son demoledores, uno de cada cuatro estudiantes españoles no finalizó sus estudios de Bachillerato o Formación Profesional. Este elevado índice de abandono afecta no sólo al estudiante a nivel académico sino también a nivel personal.
El recientemente celebrado IV Congreso de Educadores Católicos, puso de manifiesto las carencias que tiene el sistema educativo español. Según los expertos, no se educa a los niños en valores como el esfuerzo o la perseverancia, sino que se fomenta la competitividad y el conseguir los objetivos aquí y ahora, sin darse cuenta de que no todos pueden o tienen la capacidad para conseguir sus metas tan rápido.
Para los psicólogos y educadores, el término 'fracaso' es muy negativo para la moral del estudiante; ya que su bajo rendimiento en el aula puede verse motivado por factores externos tales como una mala situación doméstica, un deficiente sistema educativo que no saca el máximo partido a sus virtudes académicas o por un modelo de aprendizaje obsoleto, basado en el resultado y no en el esfuerzo y trabajo diarios.
Muchas veces, el fracaso escolar puede desencadenar en el desarrollo de conductas violentas contra el profesor o contra otros alumnos- es el caso del bullying- donde los agresores indican entre los factores que provocan ese comportamiento una dejadez por parte de los padres a la hora de involucrarse en su rendimiento escolar, un mal muy común en esta sociedad actual, donde la falta de tiempo y la falta de implicación de los progenitores se traduce en pasotismo y malas conductas entre los más jóvenes.
En un mundo cada vez más denaturalizado y competitivo, no podemos jugarnos todas nuestras cartas a modo de casting en el que si no pasas la criba no sirve; sino invertir tiempo en mejorar otras competencias y desarrollar habilidades que hagan que los alumnos se sientan más motivados a continuar su formación y apostar por un futuro mejor.
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