En 1990, dos psicólogos norteamericanos, el Dr. Peter Salovey y el Dr. John Mayer, acuñaron, en una tesis doctoral, un término cuya fama futura era difícil de imaginar. Ese término es ‘inteligencia emocional’.
El concepto de inteligencia emocional nace con la necesidad de responder a una cuestión que puede parecer simple: ¿por qué hay personas que se adaptan mejor que otras a las diferentes contingencias de la vida?
El éxito no está determinado sólo por el conocimiento de habilidades verbales o numéricas sino también por el manejo de las emociones. Un estudio realizado en una empresa de ingeniería de Málaga concluye que las personas productivas, las que tienen salarios más altos y las que ostentan puestos de mayor responsabilidad son las que tienen mayor Inteligencia Emocional.
Todo ello apunta a la necesidad de un entrenamiento especializado en las empresas, lo que justifica las inversiones en programas de formación y desarrollo de las empresas, participar en un curso de Inteligencia Emocional es el inicio de un proceso que garantiza cambios, que no se producen de un día para otro. Se trata de recoger percepciones de personas que interactúan, porque al final la efectividad como profesional depende de cuán efectivas sean las relaciones de una persona en distintos ámbitos. Todas las personas pueden mejorar su inteligencia emocional en cualquier momento de su carrera profesional. Una de las formas más eficaces de favorecer el desarrollo de competencias emocionales es mediante un proceso Coaching , a través del cual, mediante el apoyo de un/a Coach, el cliente va generando un proceso de cambio a partir de sus propias necesidades.
La inteligencia emocional ha sido identificada cada vez con mas frecuencia como un elemento fundamental en altos ejecutivos, gerentes y empleados exitosos. Un buen líder de equipo tendrá que tener bien desarrollada la inteligencia emocional para saber valorar la importancia de atender el bienestar emocional de sus colaboradores. El hecho que una persona, por su experiencia y conocimientos, ascienda de categoría y asuma la responsabilidad de coordinar un grupo de trabajo, no implica necesariamente que tenga las habilidades para hacer frente a la complejidad de las relaciones interpersonales de los miembros de su equipo.
Se ha observado que cuando los trabajadores utilizan su inteligencia emocional ayudan a crear una organización emocionalmente inteligente en la que todos los miembros adoptan la responsabilidad de aumentar su propia inteligencia emocional para utilizarla en sus relaciones con los demás y aplicarla en el conjunto de la organización.
En una empresa de estas características y gracias a una organización ergonómica eficiente de la misma, mediante la aplicación de la Inteligencia Emocional se desarrollan técnicas de comunicación eficaces, con un buen conocimiento interpersonal de los integrantes, estimulando la automotivación, la autoconciencia, el control de sus emociones, ayudándose mutuamente, reduciendo las bajas laborales, minimizando el estrés de sus empleados, adaptándose rápidamente a los cambios, fomentando una dirección más flexible y efectiva, además de una respuesta más competitiva para sus clientes.
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