La electricidad nos lo ha dado casi todo, pero nos ha quitado el sueño. En el último medio siglo, cada vez se duerme menos y peor, y las nuevas tecnologías van a agravar la situación. Esta semana, un estudio que se publica en la revista científica PNAS afirma que leer en libros electrónicos antes de ir a la cama afecta negativamente al sueño y nos deja adormilados al día siguiente. La culpa de este efecto la tiene la luz de onda corta que emiten estos dispositivos.
En la retina, junto a los fotorreceptores que hacen posible la visión, se encuentran las células ganglionares, una especie de vigías que informan al cuerpo de si es de día o de noche y son muy sensibles a la luz de onda corta. La información recogida por las ganglionares le sirve de referencia al sistema circadiano, el departamento de logística del organismo, encargado de gestionar nuestros recursos dependiendo del momento de la jornada.
Un funcionamiento adecuado de este mecanismo permite que el cuerpo esté preparado para lo que viene, ya sea dormir, despertarse o comer, y es útil incluso para que la piel sepa que es de día y esté lista para combatir los daños de los rayos solares. De esta manera, el organismo ahorra energía al no tener que estar siempre alerta frente al sol o preparado para digerir comida.
Un mal funcionamiento del reloj circadiano puede provocar, además de problemas de sueño, obesidad o incluso cáncer. De hecho, se ha observado que las personas con turnos continuados de noche tienen más riesgo de sufrir algunos tipos de tumores.
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