La interrupción de la educación en las personas adultas en nuestro país es un caso recurrente. El nivel educativo es bajo. Entre los mayores de 65 años, el 38,7% de las mujeres y el 29,7% de los hombres sabe leer y escribir, pero no tiene estudios. Respecto a la formación de superiores, las cifras son incluso más bajas. Un 1,8% de las mujeres mayores de 65 años los ha terminado, frente a un 5,3% de los hombres.
En un intento por mejorar estas cifras, se impulsa la educación entre las personas mayores y se proponen cambios. Se apuesta por la formación después de la jubilación, 'cuando se dispone de más tiempo para aprovechar conocimientos y ejercitar habilidades', y estima convenientes las siguientes opciones:
Formación y cualificación de los trabajadores. Cree necesario que dentro de las propias empresas se fomente el aprendizaje de los trabajadores y que, para ello, se facilite tanto el acceso a la formación como el reconocimiento de competencias adquiridas en el trabajo. Se propone que estas se reconozcan 'sin necesidad de realizar exámenes o pruebas de acceso', por ser experiencia laboral que se puede demostrar con la práctica.
Mejorar la calidad del personal docente dedicado a la educación de adultos. Este aspecto implica una profesionalización del cuerpo docente para atender las especificidades de las personas adultas. Para ello se considera la posibilidad de exigir al profesorado perfiles de competencia, facilidades para la movilidad y personal dedicado a la enseñanza de adultos.
Asociaciones de mayores. De manera paralela a la formación convencional, las asociaciones de personas mayores pueden realizar un papel fundamental en la formación de personas adultas. En algunos casos, suponen un centro de reunión de estas, donde acuden de manera periódica, por lo que se propone incluir la formación en la programación.
Los mayores como profesores. Incluso no solo es posible aprovechar el entorno, sino también a los usuarios. Quienes hayan desempeñado una labor específica durante su vida laboral y tengan amplios conocimientos sobre un tema, pueden enseñar a las personas interesadas. Ellos son una fuente de información al alcance de las entidades.
En un momento en el que la crisis amenaza los puestos de trabajo y las tasas de paro no entienden de edades, cada vez más se apuesta por la formación para reciclarse, mejorar los conocimientos y las posibilidades de mantenerse activos en el mercado laboral, en el mismo sector o en otro. Tanto dentro de la empresa como fuera, es posible asistir a cursos, mejorar en idiomas o iniciar la formación en una nueva orientación laboral.
Para quienes tengan menos tiempo o posibilidades de desplazarse, una alternativa es la formación on line. Esta modalidad permite estudiar desde cualquier lugar, a menudo con conexión a Internet, y adaptar la agenda a las necesidades de quien se forma. La oferta de cursos on line es cada vez mayor, por lo que resulta sencillo localizar uno que se adecue a los gustos e intereses de cada uno.
Otra ventaja de la formación continua es la posibilidad de explorar nuevos caminos en el terreno laboral e, incluso, lanzarse a la aventura de iniciar un negocio propio, de manera autónoma. Adquirir conocimientos mejora la capacidad de responder a las necesidades del mercado y propias.
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