El acoso es una realidad en nuestra sociedad; por desgracia hay niños, jóvenes y también adultos que sufren el acoso de sus compañeros de clase o de trabajo impidiéndoles llevar una vida normal. El profesor Abel González de la UDIMA ha realizado un estudio sobre el bullying ya sea a nivel físico o en la red, y expone sus conclusiones.
Según el profesor González: “El acoso (on y off line) puede considerarse un problema de salud pública que afecta no solo a víctimas y agresores sino a todo el cuerpo social: familia, escuelas, etc. Es por ello que para garantizar la seguridad de niños y jóvenes deberíamos utilizar todos los medios a nuestro alcance, centrándonos principalmente en la detección del problema, punto neurálgico de la solución”.
Estudios internacionales señalan que la prevalencia de escolares expuestos a sufrir acosos en la Red es de un 34 % en ciberpornografía y de un 9 % en ciberabuso, y que un 19 % se ven expuestos a solicitud sexual.
Señala el profesor que los medios utilizados actualmente no presentan resultados alentadores tanto a nivel político y normativo, como en programas curriculares, y son especialmente negativos a nivel tecnológico ya que ninguna de las herramientas analizadas están diseñadas para identificar agresores o víctimas potenciales. El problema se centra, pues, en la detección. Como prueba destaca la escasez de casos que llegan a la fiscalía.
En palabras de Abel González: “Hablamos, a nivel tecnológico, de herramientas de gran potencial que no están siendo utilizadas o son infrautilizadas, ya que no se basan en conocimientos desde la evidencia científica. Este es un campo de investigación emergente en el que la universidad tiene mucho que decir y que aportar a nuestra sociedad”.
Cómo puede ayudar la universidad en la lucha contra el acoso
1) Generando programas basados en investigaciones sólidas, estructuradas y directivas que han de centrarse en los grupos de riesgo que sufren el acoso y el ciberacoso. Estos programas deberían ser multifacéticos y prolongarse más en el tiempo y aplicarse con mayor intensidad e integridad.
2) Los contenidos de los programas deben ayudar por igual a promover habilidades y hábitos así como a la reestructuración de pensamientos, creencia y valores.
3) Análisis del contexto. Hablamos de un fenómeno inexplorado por lo que hay que investigar y evaluar la situación que permita comprender el contexto del acoso. En el caso específico del ciberbullying hay que establecer una relación entre el conocimiento de los riesgos en internet y las conductas más habituales de las partes implicadas, analizar su impacto y los recursos tecnológicos a nuestra disposición. Se hará necesario de igual manera educar a padres, profesores y profesionales implicados.
4) Objetivos. Iniciar el desarrollo de investigaciones en las universidades de los que pueda nutrirse la comunidad: cuerpos y fuerzas de seguridad, servicios sociales y asistenciales o incluso fiscalía y juzgados. Estos conocimientos servirán además para formar a las familias y centros escolares, para que tomen conciencia y apliquen en el propio contexto del problema las directrices oportunas. Los colegios serán una importante fuente de feedback para la universidad, epicentro de la investigación.
¿ Consideras que las universidades podrían hacer algo más por frenar este fenómeno del bullying? Cuéntanos tu opinión.
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