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Ayer el Big Ben cumplió 150 años, a pesar de tener fama de infalible en realidad el símbolo más representativo de Londres ha dejado de funcionar en varias ocasiones.

 


Tres veces a la semana, el relojero Paul Roberson sube los 334 escalones hacia el punto más alto de la torre del reloj en Londres para dar cuerda y ajustar al sin dudas su exponente más famoso del mundo.

Londres celebró ayer el 150 aniversario del Big Ben, uno de sus símbolos más representativos. Las conmemoraciones continuarán el 11 de julio, fecha de la primera campanada, y el 7 de septiembre, cuando se cumplirán 150 años desde que las campanas empezaron a marcar los cuartos con cuatro notas de un pasaje del Mesías de Haendel. El reloj, situado en una de las torres del palacio de Westminster, debe su nombre, según los historiadores, a Benjamin Hall, responsable de la reconstrucción de la sede del Parlamento británico.

El reloj comenzó a funcionar el 31 de mayo de 1859 y la campana se escuchó por primera vez el 11 de julio. La Torre del Reloj del Palacio de Westminster, de 96 metros de altura, se encuentra en la esquina noroeste del edificio que alberga la sede de las dos Cámaras del Parlamento Británico, y constituye uno de los perfiles monumentales más reconocidos mundialmente.

La construcción del Big Ben se vio envuelta en la competencia feroz para volver a levantar el nuevo palacio de Westminster, después de que el primer palacio  quedara destruido por un incencio en 1834. La obra fue objeto de disputas, insultos y demandas judiciales entre quienes querían tener el protagonismo de erigir una nueva sede parlamentaria, tal y como recuerda el diario The Times a partir de las informaciones, los artículos y las cartas que publicó en aquella época.

Finalmente, un arquitecto, Charles Barry, y un abogado y relojero aficionado, Edmund Becket Denison, fueron los encargados de erigir la torre y construir el reloj, aunque su relación fue un desastre. No se soportaban y se culpaban de los retrasos y los gastos presupuestarios extra que supuso la puesta en marcha del reloj, que finalmente empezó a funcionar el 31 de mayo de 1859, aunque no fue hasta el 11 de julio cuando la gran campana sonó por primera vez.

Pocas semanas después, las agujas se pararon y de nuevo Barry y Denison se echaron la culpa mutuamente, al igual que cuando más adelante la gran campana sufrió una grieta, al parecer porque el martillo que la golpeaba para marcar las horas era demasiado grande. A partir de ahí, la polémica se trasladó a la ciudadanía durante toda una década y The Times reproduce fragmentos de las cartas en las que sus lectores se quejaban de que el sonido de las campanadas no era lo suficientemente imperial o de quienes protestaban porque se oía demasiado fuerte incluso desde la distancia. A pesar de todo, Barry terminó con el título de Sir y Denison con el de Lord, y su papel quedó diluido cuando tomó el control sobre la reconstrucción del Parlamento Benjamin Hall.

 

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