El mercado de biocombustibles ha experimentado un crecimiento significativo en todo el mundo. Según un informe de la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA), la producción mundial de biocombustibles alcanzó aproximadamente 150 mil millones de litros en 2019. Brasil, Estados Unidos, Alemania, Argentina y Francia son algunos de los principales productores y consumidores de biocombustibles.
El sector de biocombustibles se dividen en dos categorías principales: bioetanol y biodiesel. El bioetanol se produce principalmente a partir de cultivos ricos en azúcares o almidón, como la caña de azúcar, el maíz y la remolacha azucarera. El biodiesel se obtiene de fuentes oleaginosas, como el aceite de soja, el aceite de colza y el aceite de palma.
Muchos países han implementado políticas y regulaciones para promover el uso de biocombustibles. Estas políticas incluyen mandatos de mezcla obligatoria, incentivos fiscales, subsidios y estándares de sostenibilidad. El objetivo principal de estas políticas es reducir la dependencia de los combustibles fósiles, mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero y fomentar el desarrollo de energías renovables.
En los beneficios ambientales tienen como potencial el reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y disminuir la dependencia de los combustibles fósiles. A diferencia de los combustibles fósiles, los biocombustibles son de origen renovable y, en general, tienen una huella de carbono más baja. Además, pueden ayudar a diversificar la matriz energética y promover la sostenibilidad.
La investigación y el desarrollo en el sector de biocombustibles se centran en mejorar la eficiencia de producción, diversificar las materias primas, desarrollar biocombustibles de próxima generación y reducir los costos de producción. Se están explorando tecnologías avanzadas, como la producción de biocombustibles a partir de algas y residuos agrícolas y forestales, para superar los desafíos actuales y mejorar la sostenibilidad del sector.
Los biocombustibles, la energía y sus vasos comunicantes con la agricultura
El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), a través de su Programa de Bioeconomía y Desarrollo Productivo, realiza estudios para establecer, documentar y analizar la conexión directa, o indirecta, que existe entre el precio y consumo de petróleo y los mercados agrícolas a través de los biocombustibles líquidos. En el marco de ese análisis se pueden visualizar los efectos del COVID-19 en el mercado de los biocombustibles y de materias primas agrícolas asociadas.
Para comenzar, es importante mencionar que el crackeo de las moléculas de petróleo fósil resulta en un proceso productivo que da origen a una gama amplia de productos energéticos y no energéticos (asfaltos, solventes, etc.). De la misma manera, el crackeo y otros procesos fisicoquímicos de tratamiento de la biomasa dan como resultados productos energéticos (biocombustibles) y no energéticos análogos.
Ilustración: Productos fósiles obtenidos de la refinación de petróleo y productos biológicos análogos obtenidos de la biorefinación de biomasa
Por sus propiedades fisicoquímicas, los biocombustibles se constituyen como complementarios o sustitutos de los productos derivados de la refinación de petróleo. Dentro de este conjunto de productos derivados, los combustibles fósiles más utilizados son la gasolina y el diésel o gasoil, que representaron en 2017, respectivamente, 42% y 24% del total de consumo de productos derivados de petróleo a nivel hemisférico (BP Statistical Review of World Energy June 2018). El diésel puede ser sustituido por el biodiésel a través de un proceso de transesterificación entre un aceite (habitualmente de soja, colza o palma) y un alcohol. La gasolina, por su parte, puede ser reemplazada por el bioetanol, resultante de un proceso de fermentación y destilación de materias primas con elevadas cantidades de azúcar, almidón o material lignocelulósico.
De esta manera, puede observarse que el vínculo entre el mercado petrolero y de biocombustibles se da principalmente a través de dos productos: el biodiésel, sucedáneo del diésel fósil, y el bioetanol, componente que puede complementar o sustituir a las gasolinas.
Fuente: Blog del IICA
Colaboradores: Agustin Torroba