¿Cuál es la explicación de la capacidad de España para eludir la recesión y la crisis económica anticipada?

La falta de certeza y la desconexión entre el crecimiento del PIB y el desempleo complican las predicciones de los expertos en economía. A pesar de esto, la economía muestra tener bases sólidas, aunque persisten desafíos significativos para el año 2023, particularmente en lo que respecta a la inflación subyacente.

La semana pasada, el líder del Gobierno, Pedro Sánchez, declaró que, a pesar de las inquietudes expresadas por algunos, la crisis económica tan temida no ha ocurrido ni ocurrirá. Hace unos meses, había un consenso generalizado de que España enfrentaría una recesión con descensos mínimos durante el último trimestre de 2022 y el primero de 2023. No obstante, los datos laborales permanecen en territorio positivo, al igual que los indicadores de consumo, y el Índice de Precios al Consumo (IPC) se encuentra en el 5,7%, el nivel más bajo en la Unión Europea según el INE. No se ha registrado ninguna desgracia ni catástrofe económica, y el crecimiento del 0,1% en el Producto Interno Bruto (PIB) durante el tercer trimestre de 2022 sugiere que la recesión no se ha concretado. ¿Cuál es la explicación de este fenómeno?

Los economistas, responsables de elaborar las proyecciones que anticipaban un deterioro en la economía, argumentan que se exageraron los efectos negativos de las crisis, los cuales han sido mitigados de manera más efectiva de lo previsto. Instituciones como el Banco de España, Airef, BBVA Research, Funcas, y más recientemente, Goldman Sachs y Deutsche Bank, han pasado de diseñar escenarios centrados en posibles declives a sostener que la Eurozona en su conjunto, y España en particular, evitarán ingresar en una fase de recesión.

Miguel Cardoso, el economista jefe de BBVA Research, sostiene que lo previsto no se ha materializado. Según él, lo que ha marcado la diferencia no son tanto los indicadores que han cambiado, sino el impacto que han tenido aquellos que se anticipaban en la primera mitad de 2022. No se ha observado una disminución en el consumo debido a la invasión. Tampoco se ha registrado un impacto en la industria a raíz de los problemas energéticos. Al mismo tiempo, se ha observado que la confianza de las personas para salir y estar en la calle ha sido mucho mayor de lo que se esperaba.

Se han producido sorpresas inesperadas, como el caso del desempleo. Hasta hace poco, era común que cuando la economía se desaceleraba, el desempleo aumentara significativamente. Sin embargo, el desempleo se ha "desacoplado del PIB", según la economista de Funcas, Maria Jesús Fernández. A pesar de que el crecimiento del PIB se ralentizó del 2% en el segundo trimestre de 2022 al 0,1% en el tercer trimestre del mismo año, el empleo siguió manteniendo un buen ritmo y España lideró la creación de empleo en la Eurozona durante ese período. Este fenómeno es inusual y "dificulta" la tarea de pronóstico para los economistas, según Fernández.

No solo se trata del empleo, sino que la economía en su conjunto está mostrando resistencia, según destaca Oriol Aspachs, director de economía española de CaixaBank. Él menciona que se espera que en 2023 la ejecución de los fondos europeos gane impulso. Además, se anticipa una recuperación en el sector turístico y una disminución en los precios de la energía, aunque aún es necesario evaluar si estos cambios se consolidarán. En este momento, los diversos factores que ejercen presión en el escenario económico están teniendo su impacto, pero se descarta una recesión profunda.

De negro a blanco

La razón por la cual las previsiones han pasado de ser negativas a positivas se debe a dos factores principales. En primer lugar, la diferencia entre crecimiento económico y recesión era mínima en términos generales. Se esperaba que, incluso en caso de una recesión, los datos de contracción económica fueran muy cercanos a cero. Por otro lado, para realizar pronósticos precisos, los economistas necesitan ciertos niveles de certidumbre. Sin embargo, en el contexto actual, donde se han planteado preocupaciones como posibles ataques nucleares por parte de Rusia, la certidumbre brilla por su ausencia. María Jesús Valdemoro, Lecturer de IESE, destaca este punto al señalar que no se sabe qué sucederá con la guerra en Ucrania, el endurecimiento de la política monetaria o las restricciones en China. Todos estos factores seguirán presentes durante 2023 y generan incertidumbre en las previsiones económicas.

La crisis financiera de 2008 sigue teniendo un impacto presente. Este es otro factor que los economistas destacan para explicar el sentimiento general de la población, que muestra cierto pesimismo debido a las experiencias económicas pasadas. Matilde Mas, directora de proyectos internacionales del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), comparte esta opinión al afirmar que el contexto actual ha mejorado porque todos han trabajado en la misma dirección. Se han evitado cometer los mismos errores que en 2008 y se han implementado medidas razonables, a excepción de subsidios generalizados a los carburantes. A pesar de los problemas relacionados con el déficit y la deuda, las medidas están bien diseñadas y deberíamos tener confianza en nosotros mismos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que no estamos acostumbrados a esta situación.

El contexto ha ido mejor porque todos remábamos en la misma dirección. No se han cometido los errores de 2008.

Es posible que la tendencia a enfrentar desgracias haya distorsionado la percepción de la situación. Según el economista de BBVA, ha habido una divergencia entre las percepciones de las empresas, las familias y los analistas económicos. Aunque la experiencia pasada nos indica que los eventos actuales tienen efectos negativos en la economía, lo que se observa es que la economía es mucho más resistente a los aumentos en los precios de la energía de lo que se esperaba. Además, los peores pronósticos, como una posible guerra entre la OTAN y Rusia, no se han cumplido. Esta discrepancia entre las expectativas y la realidad puede estar influyendo en la percepción general de la situación económica.

¿Lo peor ha pasado?

Si un país experimenta dos trimestres consecutivos de descenso en su PIB, se considera en recesión, independientemente de la magnitud de la contracción (-0.1% o -10%). Sin embargo, todos los expertos consultados resaltan que, en caso de haber habido una contracción económica, esta habría sido breve y moderada. Según indica Aspachs, el escenario actual se caracteriza por un 'crecimiento de tasas positivas modestas', lo que sugiere que es posible que se esté evitando el periodo marcado en negro en el calendario de 2023, es decir, se esté sorteando la recesión.

Es cierto que la economía aún no se encuentra en su mejor momento, según señala Valdemoro. Aunque se menciona el crecimiento, se enfatiza que será limitado y no se debe creer que todo está bien. La economista también menciona que, en la primera parte del año, se espera una estabilización de la inflación causada por la crisis de la cadena de suministro. Sin embargo, reducir la inflación de un 10% al 5%, que estaba asociada a los problemas derivados de la pandemia, ha sido relativamente fácil. Durante el resto del año, bajar los niveles actuales de inflación a los niveles más cómodos en torno al 2% plantea un desafío adicional. Estos comentarios destacan que aún existen obstáculos y retos por superar en términos de inflación y crecimiento económico.

Existen diversas variables imprevisibles que pueden afectar las previsiones económicas. La pandemia, la invasión de Ucrania y la inflación son ejemplos de eventos que han demostrado la volatilidad e incertidumbre a los que estamos expuestos. Aunque se puedan hacer previsiones basadas en la información disponible, es importante reconocer que hay elementos impredecibles que pueden alterar el panorama económico en cualquier momento. Esta incertidumbre subraya la importancia de estar preparados para afrontar cambios inesperados en la economía.

Fuente: cincodias.elpais.com

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