El último incidente acontecido en las pasadas olimpiadas de Beijing entre el cubano Angel Matos que estaba compitiendo por la medalla de bronce en taekwondo y el árbitro que lo descalificó por demora en el tiempo vuelve a reabrir el debate de si realmente la educación y deporte van de la mano.
La sociedad suele tener, a veces, una visión equivocada del deporte, asociándolo a palabras como enfrentamiento de equipos, rivalidad, ser muy competitivo... Sin embargo una de las principales metas de la educación a través del deporte es sensibilizar a la población para poder desarrollarla teniendo en cuenta que es mucho el interés que despierta entre los jóvenes.
Cabe destacar que el deporte es considerado como un medio apropiado para conseguir valores de desarrollo personal y de superación: tolerancia, trabajo en equipo, autodisciplina, cooperación...son cualidades deseadas por todos y con el deporte se pueden conseguir , siempre teniendo en cuenta la labor de los profesores y educadores así como los entrenadores y la familia.
Es una forma de vida que va ligado a la educación para formar personas con valores que perduren en el tiempo y de esta manera una mejor integración en la sociedad. La simple participación en un campeonato no garantiza la adquisición de este tipo de valores sino la constancia del día a día. El deporte puede favorecer la consecución de los mismos pero serán las condiciones de la práctica en la vida diaria la que al final confirmen su posibilidad educacional.
Así mismo podemos afirmar que el deporte puede utilizarse con buenos y malos propósitos. Bien entendido puede enseñarnos autodisciplina, respeto, aceptación de las reglas... Sin embargo podemos verle el lado oscuro cuando el deporte se convierte en agresividad o falta de tolerancia. Por tanto hay que consegir que la práctica deportiva sea educativa, que favorezca estilos de vida saludables, que aumente las posibilidades de opción y elección por parte de los niños y jóvenes manteniendo en todo momento un alto poder de atracción y retención.