EL FENOMENO MUNDIAL ES EL DE LOS SITIOS DE CITAS EN LINEA

Más de un 40% de los usuarios de todos el mundo conectados a internet están dispuestos a conocer gente nueva con sus móviles.

El Papa Francisco, en el prólogo de un reciente libro sobre la Iglesia en el mundo digital, señala que los cristianos deben estar presentes en el ámbito digital. Durante las últimas dos décadas, hemos sido testigos de un auténtico cambio de paradigma que ha transformado nuestra vida social cotidiana. La cultura digital ha sorprendido en muchas formas, y su relevancia en nuestra rutina diaria es innegable. En lugar de ser una moda pasajera, su influencia parece ser irreversible. Específicamente, ha tenido un impacto significativo en las relaciones humanas, llegando incluso a modificar la manera en que nos conocemos. Internet, inicialmente reservado para unos pocos privilegiados, ha ido ganando progresivamente acceso a una parte considerable del planeta. Los servicios de conexión, especialmente la geolocalización, continúan desafiando el concepto tradicional de tiempo y espacio. Además, la presencia constante de las redes en nuestras vidas nos invita a comprender mejor el fenómeno digital y a ser más conscientes de que la división entre lo real y lo virtual ha sido superada. En la actualidad, el mundo está al alcance de cualquier persona que posea un dispositivo llamado smartphone, conectado a Internet.

El estudio del entorno digital ha comenzado a expandirse en diversos campos del conocimiento, incluyendo las ciencias sociales, la comunicación, la psicología, la filosofía, la economía, el marketing, la antropología e incluso la teología. Con la creciente cantidad de investigaciones, se han explorado diversas perspectivas en el ámbito digital, que no se limita a ser solo un espacio alternativo que ofrece herramientas y oportunidades, sino que se ha convertido en una cultura dominante que ha transformado la forma en que los seres humanos interactúan y se comportan socialmente. Entre las herramientas del mundo digital que han alterado las relaciones humanas, destaca el análisis de las aplicaciones de citas, conocidas como "dating apps".

El nacimiento de las aplicaciones para citas

Según el Papa Francisco, el ser humano es un habitante de este mundo y todas sus acciones y búsquedas están impulsadas por pasiones. Lo concebimos como un ser lleno de emociones, que busca diversas formas de conectarse con los demás y que, más allá de satisfacer sus instintos, anhela encuentros auténticos y significativos. La manera en que busca estos encuentros puede ser identificada con los medios que a lo largo de la historia ha adoptado en sus diversas formas. En la cultura digital, destacan especialmente las variadas aplicaciones de citas que emergen constantemente en el mercado digital, atrayendo la atención de aquellos que buscan una forma eficaz y rápida de conocer y relacionarse con otras personas.

En una revisión sistemática realizada en 2020 sobre estudios relacionados con las aplicaciones de citas entre los años 2016-2020, se llegó a la siguiente conclusión: "Las dating apps son todo menos efímeras, y constituyen un fenómeno social imparable, como demuestran su uso y la literatura publicada sobre el tema en los últimos cinco años. Estas aplicaciones se han convertido en una nueva forma de conocer potenciales parejas e interactuar con ellas, y con ello han cambiado las reglas del juego de las citas y las relaciones sexuales para millones de personas en todo el mundo".

La historia de las búsquedas románticas a través de los medios de comunicación se remonta al siglo XVIII, con los anuncios matrimoniales, que se convirtieron en un negocio lucrativo para los periódicos de la época. En los años ochenta y noventa del siglo pasado, antes de la aparición de los sitios web de citas en Estados Unidos, los solteros solían utilizar las páginas de "anuncios clasificados" de los periódicos para conocer gente nueva. Estos anuncios eran breves y tenían títulos explícitos, como mujeres buscando un hombre "alto y guapo" o "seguro de sí mismo", o incluso hombres que buscaban mujeres y usaban términos como "desesperado" o "buscando pareja". El costo de publicar un anuncio dependía del número de líneas utilizadas. Una vez publicados los anuncios, los interesados llamaban por teléfono y dejaban mensajes en el buzón del anunciante, pagando aproximadamente 1,75 dólares por minuto. La duración promedio de estas llamadas era de unos tres minutos. En ese momento, el anunciante escuchaba los mensajes y, si estaba interesado, podía comunicarse con los interesados. No había fotos y la información proporcionada en el anuncio era muy limitada.

A partir de los años 90, Internet comenzó a popularizarse y surgieron sitios web dedicados a buscar relaciones sentimentales. Uno de los pioneros en el ámbito de citas en línea fue Match.com, creado en 1995, que desde su fundación hasta 2004 atrajo a al menos 42 millones de usuarios en todo el mundo. Debido a su extraordinario éxito, este sitio web ingresó al Libro Guinness de los Récords en 2004 como la mayor plataforma de citas en línea en aquel momento. De este modo, las aplicaciones de citas nacieron dentro de una cultura preexistente de búsqueda de parejas en línea que había surgido desde los inicios de Internet.

Estas aplicaciones son plataformas digitales que se utilizan principalmente en smartphones y tablets, y combinan características de antiguos chats y otras redes sociales. Se pueden encontrar en tiendas en línea (app store) en versiones gratuitas o de pago, con estas últimas ofreciendo servicios adicionales. Para empezar a utilizarlas, es necesario instalar la aplicación en el dispositivo y luego crear un perfil, que puede incluir fotos o mantenerse anónimo, entre otras opciones. Estas aplicaciones de citas también aprovechan el GPS para mostrar la proximidad entre los usuarios, permitiendo ver cuán cerca están posibles parejas. Por esta razón, la simplicidad de uso y la continua actualización de sus servicios las han vuelto muy populares, especialmente entre los jóvenes.

Cómo Internet ha cambiado la vida sentimental de sus usuarios

La vida virtual está provocando una revolución en las realidades físicas del tiempo y el espacio, lo cual tiene un impacto antropológico y teológico insostenible. En el mundo en línea, podemos observar nuevas manifestaciones de nobleza y virtud, pero también presenciamos nuevas formas de humillación y materialismo extremo. Es preocupante ver cómo los jóvenes, especialmente los adolescentes varones, se sienten cada vez más alienados debido a las representaciones engañosas del sexo e intimidad vendidas por la industria pornográfica.

Los sociólogos sostienen que la llegada de Internet ha transformado tanto la vida emocional como la sexual de sus usuarios. El antropólogo británico Daniel Miller, especializado en antropología digital, señala que Internet debe ser considerado más como una plataforma que permite a las personas crear tecnologías diseñadas para cumplir funciones específicas. Es como si alguien utilizara las fibras de Internet para tejer trampas dirigidas a ciertos tipos de internautas. Estas trampas requieren una apariencia estética que atraiga el interés, la atención y el aprecio, con la intención de seducir a sus potenciales víctimas.

Bajo esta perspectiva, queda claro que lo que podría parecer simplemente una herramienta para potenciar diversas posibilidades, también puede influir en la forma en que sus usuarios se perciben a sí mismos, a los demás y al mundo que les rodea. La interacción con la vida virtual puede moldear y afectar la visión que las personas tienen de sí mismas y sus relaciones, lo cual plantea desafíos tanto a nivel personal como social.

Fuente: laciviltacattolica.es

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