A más del sin número de afecciones físicas que puede provocar el consumo de comida chatarra, dicho consumo también repercute en el aprendizaje de los niños.
Un consumo excesivo de comida rápida, además de ser perjudicial para la salud, puede afectar en el rendimiento escolar. Según un estudio que se publica en «Clinical Pediatrics», los niños que consumían habitualmente este tipo de comida con 10 o 11 años de edad (5º de primaria) habían experimentado un retraso en su aprendizaje a los 13-14 años (2º de la ESO).
Obesidad
A pesar de que este estudio establece un vínculo entre las personas que consumían más habitualmente comida rápida y una menor capacidad de aprendizaje, lo cierto es que, reconoce Purtell, es que no prueba que la comida rápida sea la causa directa de ello.
Ahora bien, otras investigaciones ya han relacionado las dietas ricas en azúcar y grasas con un efecto adverso sobre los procesos de aprendizaje que requieren prestar atención. Otra posibilidad, señalan, es que los ‘adictos’ a la comida rápida quizá no reciban los nutrientes necesarios para un buen aprendizaje.
En cualquier caso no se trata de ‘demonizar’ este tipo de comida, pero sí de aconsejar su consumo con moderación. «Una vez a la semana semana, o menos, no estaría mal», concluyen.