Los estereotipos van desaparenciendo, actualmente está demostrado que hombres y mujeres tienen la misma capacidad intelectual con sutiles diferencias, a la hora de escoger una carrera lo que debe primar son las preferencias y aptitudes personales.
Una de las dificultades que tienen las mujeres a la hora de elegir estudios y la profesión es la excesiva carga cultural para trabajar en “profesiones de mujeres”, es decir, en aquellas asociadas al cuidado de niños, de mayores, la salud o el magisterio. En pleno Siglo XXI las mujeres rompen esa barrera y superan los tópicos para elegir. La inversión en formación profesional, ya sea universitaria o no, actualmente responde a un profundo cambio de valores, por un lado el deseo de autorrealización y por otro la devaluación del trabajo doméstico como forma de realización personal hecho corroborado por el funcionamiento del mercado de trabajo que penaliza gravemente a quienes interrumpen sus carreras laborales.
Afortunadamente ya no hay carreras para hombres y carreras para mujeres. Las carreras que antes se creían exclusivas para hombres, o para mujeres, han variado en cuanto a la población estudiantil que la demanda. El fenómeno de la integración del sexo femenino a las carreras estereotipadas como “sólo para hombres” es una tendencia que se ha dio revirtiendo ya que hace unos años se consideraba, erróneamente, que los varones tenían mayor habilidad en las matemáticas y las ingenierías y por ello se decía que las mujeres no podían estudiar ese tipo de carreras universitarias.
Las razones que negaban a una mujer o a un hombre el desempeño de ciertas tareas físicas o intelectuales eran impuestas por la sociedad y parecían ser aceptadas sin más como algo natural. Los hombres elegían mayoritariamente carreras científico-técnicas, conocidas socialmente como “carreras de hombres” mientras que las mujeres seleccionaban mayoritariamente las carreras biosanitarias y de ciencias sociales, denominadas comúnmente “carreras de mujeres”. Se identifican como “carreras de hombres” aquellas que requieren fuerza física, destreza mecánica o una mayor habilidad matemática. Las “carreras o profesiones de mujeres” por su parte, eran las relacionadas con la enseñanza, las artes en general o todo aquello que tenía que ver con los niños o la sensibilidad.
Ahora todos nos estamos dando cuenta de que un 60 por ciento de las mujeres son mejores alumnas que los varones. Esto no quiere decir que las mujeres sean más o menos inteligentes que los hombres, pero sí han demostrado ser más aplicadas. El éxito de las mujeres que han optado por carreras como las ingenierías se debe a que ellas tienen mayor capacidad de mando, lo cual las hace aptas para ejercer cargos de alto rango gerencial.
Por todo ello, podemos concluir afirmando que, pese a las diferencias que la madre naturaleza haya podido dar al cerebro femenino, no hay nada que impida que una mujer realice los mismos estudios y trabajos, salvo la falta de voluntad o los tabúes impuestos por una sociedad demasiado acostumbrada a los estereotipos caducos.
La educación es un derecho humano y un elemento indispensable para el progreso social y el desarrollo integral de mujeres y hombres. El acceso pleno y en condiciones de igualdad a la educación es un requisito fundamental para lograr los objetivos de igualdad de género.
El Instituto de la Mujer de la Región de Murcia, a través del III Plan de Igualdad de Oportunidades entre Hombres y Mujeres de la Región de Murcia ha creado una guía que tiene como objetivo el acceso de las mujeres a todos los procesos educativos, desarrollando modelos que favorezcan la igualdad de oportunidades.
En esta línea de trabajo, los departamentos de Orientación de Colegios e Institutos son los primeros y más cercanos responsables en la tarea de eliminar los estereotipos profesionales basados en condicionamientos de sexo. El trabajo desarrollado desde los departamentos de Orientación se revela como un factor clave en la diversificación profesional de las mujeres y la eliminación de la división sexual del trabajo.
La Guía tiene la aspiración de convertirse en una herramienta que colabore en la elección profesional de los jóvenes y sirva muy especialmente al objetivo de que chicas y chicos encaren su futuro desde una visión igualitaria basada en el único criterio efectivo que toda persona debiera tener en cuenta al elegir profesión: sus propios deseos y aptitudes.