En un mundo laboral, la inserción de personas con alguna discapacidad es considerada la asignatura pendiente.
Gracias a datos obtenidos por el INE se ha evidenciado una pérdida de 3.000 puestos de autónomos, esto se debe a las reducciones y bonificaciones en las cuotas de cotización, tanto para aquellos que trabajan por cuenta propia como para los asalariados.
En el caso de los empleados por las empresas también han sido incluidas ciertas subvenciones. A lo largo del 2013, las personas con discapacidad representaban un 26,6%, lo que los favorecía en la obtención de algún tipo de deducción en las cotizaciones, mientras que el 26,6% de los asalariados con discapacidad tenía la modalidad de contrato específico de discapacidad.
Dentro de las cuotas de cotización y la contratación específica, los que mayormente se benefician es la población masculina entre los 16 y 44 años, representantes del grupo de discapacidad relacionada con la deficiencia intelectual y a las personas con un grado de discapacidad entre el 65 y el 74%. Además durante el año pasado existieron aproximadamente 1.428.300 personas con certificado de discapacidad en edad de trabajar, entre 16 y 64 años, suponiendo un 4,7% de la población total en edad laboral. Sin embargo, el número de personas ocupadas y que realizaron actividades laborales fue de 346.600.
Es por estas razones que la tasa de empleo se situó en el 24,3%, siendo 32 puntos inferior a la de las personas sin discapacidad. Es clave mencionar que desde la crisis en el 2009, el porcentaje ha ido disminuyendo, creando una tendencia similar a la experimentada por la población sin discapacidad.