El fundraising aparece como una necesidad para gestionar las entidades sin ánimo de lucro
El fundraising o captación de fondos, entendido como las acciones de las entidades no lucrativas para financiarse mediante las aportaciones económicas o en especies de la sociedad civil, tienen en Europa una importante tradición en la ayuda mutua y un fuerte soporte dentro de la comunidad, existiendo diferencias sustanciales entre un país y otro.
Si bien hay antecedentes históricos en la recaudación de fondos, que se correlatan con esta iniciativa, los métodos y estrategias que se utilizan hoy, se acotan a los nuevos paradigmas de la globalización, con diferenciaciones necesarias en las dimensiones culturales, económicas, sociales y ambientales. Las demandas de interrelacionarlas, son nuevas exigencias de los mercados mundiales, bajo los parámetros de la Responsabilidad Social Empresaria y el Desarrollo Sustentable. Necesario o cuestionado, el fundraising, es una alternativa global, que crece como esperanza posible, con una lógica de posicionamiento instrumental en las formas de captación de recursos para llevar a cabo los proyectos carentes de los medios necesarios y en las perspectivas de subvenciones sustentables de las empresas que suscriben a la Responsabilidad Social.
En general, el panorama actual del fundraising en nuestro país presenta las características propias de un modelo de funcionamiento joven, poco desarrollado, poco profesionalizado, pero con una evidente capacidad de desarrollo y crecimiento si se saben mantener unas normas éticas de funcionamiento entre todos los agentes que intervienen, la sociedad civil, las empresas y los sistemas de administración de éstas.
Los fundraisers son los responsables de la necesaria interacción y negociación con los donantes, que determinará el grado de autonomía ganada o perdida en el momento de captar la donación. En este sentido, representan, tanto desde la perspectiva de colaboradores externos como desde la de trabajadores internos de la organización, la cara visible del proceso de fundraising como máximos responsables de la gestión de las relaciones entre donantes y organización. El papel de estos profesionales en dicha relación ha de destacarse por su experiencia, conocimientos e información, y especialmente por su necesaria honestidad y profesionalidad, que debe hacer del fundraising una actividad digna, respetable y productiva.
En la profesión de captar fondos la perseverancia, utilizando la ética y los conocimientos técnicos, es muy importante. Estos se adquieren mediante la educación y la capacitación. La tareas del fundraiser es considerada una labor dura, que exige de los profesionales dedicados a ello, además de una sólida formación y capacitación, un compromiso y comportamiento éticos y honestos.
En la actualidad, el fundraiser debe afrontarse al mundo de la captación de fondos cada vez más competitivo, dado que los potenciales donantes reciben cada día más peticiones de apoyo entre las que deben optar y, por otra parte, las organizaciones del tercer sector, en general están poco iniciadas e introducidas en los métodos y técnicas del mercado, y en los del fundraising más concretamente, se nos dibuja un panorama difícil para el desarrollo y ejercicio de la profesión.
Las habilidades que debe cultivar un fundraiser son compromiso con la causa, habilidad para solicitar donativos, capacidad persuasiva, tener contactos o habilidad para hacerlos, ser persistente: saber convertir un no en un sí, confianza en sí mismo, sinceridad, habilidades sociales, imaginación y creatividad, habilidades organizativas, sentido de la oportunidad, capacidad de observación, capacidad de análisis, habilidades de análisis estadístico.