Aunque las barreras para la formación de discapacitados son muchas, hay muchas iniciativas para mejorar este aspecto.
Hay muchos jóvenes a los que hay que insistirles, darles todas las oportunidades y vías posibles para que estudien. Hay otros, sin embargo, que se empeñan en estudiar a pesar de las enormes dificultades que encuentran a su paso.
El número de personas con discapacidad que llegan a la Universidad aumenta año a año. No hay datos oficiales, pero, por ejemplo, en la Complutense, el campus presencial más grande de España, la cifra se ha doblado desde 2003, hasta 565. En los campus andaluces pasaron de 134 en 2004 a 1.380 en 2007. Según la encuesta del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre discapacidad en España, publicada la semana pasada, la cifra ascendería a 15.000 universitarios con discapacidad; en 1999 se calcularon 9.300.
Se trata de una proyección hecha a partir de la encuesta, y la cifra real puede estar por debajo, dice el experto del Centro de Atención a Universitarios con Discapacidad de la UNED Juan González-Badía. Pero tanto él como la responsable de la Comisión de Educación del Comité Español de Representantes de Minusválidos (Cermi), María Luz Sanz, están de acuerdo en que las cosas están mejorando gracias a legislación y al aumento de medios. También gracias a los avances técnicos y científicos (la detección precoz de las discapacidades, tratamientos o nuevos aparatos de apoyo). Pero también están de acuerdo en que aún queda mucho por hacer.
La mayoría de los universitarios con discapacidad estudian en la UNED, unas 5.300 personas este año. La educación a distancia es quizá la opción más factible, pero hay muchos alumnos que no quieren renunciar a la experiencia del campus presencial.
Aún queda mucho por hacer, porque las grandes dificultades están antes de llegar a la Universidad. A medida que los chavales van creciendo, la educación va dejando a muchos por el camino: en Primaria, los alumnos con discapacidad son el 2% del alumnado; en la ESO, el 1,8%, y en Bachillerato y FP, el 0,1% y el 0,2%, respectivamente, según los datos del Ministerio de Educación.
Los apoyos de profesionales pedagogos y terapeutas van disminuyendo según avanzan las etapas, se quejan los profesionales, y si ocurre entre Primaria y Secundaria, los escalones de educación obligatoria en los que las administraciones deben asegurar todos los medios necesarios, más todavía cuando llega el Bachillerato o la FP. Aunque, de alguna manera, al compartir el espacio del instituto, las cosas son un poco más fáciles. Así, llegar a la Universidad supone empezar a escarbar en un mar de recursos dispersos y heterogéneos.
Es innegable que ha habido grandes avances en los últimos años, en el marco de reforma de la ley de universidades. Además de la matrícula gratis, la mayoría de las universidades públicas tiene ya servicios específicos de atención a los estudiantes discapacitados, más de la mitad tienen ayudas para el transporte (las andaluzas, canarias, valencianas o las castellanomanchegas, por ejemplo) o cada vez más tienen más apoyos y tutores, como el programa de la Complutense, según un reciente estudio hecho por González-Badía.
Otros ejemplos son los programas del Aprendizaje Permanente, «La Juventud en Acción» y Erasmus Mundus ofrecen un apoyo específico a las personas con necesidades especiales. Otra iniciativa es Spread the sign, un diccionario del lenguaje de los signos en internet, ofrece por primera vez un apoyo visual sobre la manera de expresar términos concretos en otros lenguajes de signos. Se ha desarrollado para ayudar a las personas que cursan una formación profesional y van a realizar prácticas profesionales en el extranjero. Actualmente, el diccionario recoge el lenguaje de los signos de once países.
El Programa de Becas Capacitas Empresa también colabora para ayudar a las personas discapacitadas en la integración sociolaboral, contribuyendo a hacer efectivo el principio de igualdad de oportunidades.