En ocasiones las malas relaciones entre colegas en el ámbito laboral, al igual que en el diario vivir afectan nuestra salud, generando un bajo rendimiento de nuestras obligaciones.
Sin duda en el transcurso de nuestras vidas nos cruzamos con personas “tóxicas” por el camino. Estas personas pueden ser muy molestas y nos pueden inducir a tener varias afecciones principalmente en nuestro sistema nervioso y nuestra salud mental.
Pueden poner nuestros nervios de punta, inducir ansiedad, irritabilidad, amainar incluso nuestra autoestima y, en el peor de los casos, contribuir o generar depresiones importantes. Estas relaciones tóxicas se dan no sólo en parejas sino también con amigos, compañeros de trabajo, o incluso con familiares.
Sin embargo es importante el conocer y saber como actuar frente a estas situaciones, aprender a manejar determinadas situaciones y adoptar herramientas para poder enfrentarse cara a cara con algunas personas es crucial para salir ileso ante ciertos comportamientos. «Hay muchas bajas laborales inducidas por malas relaciones con los compañeros o incluso con el propio jefe», mantiene Mila Cahue, psicóloga del mismo centro.
Algunos de los rasgos característicos que configuran este patrón son la manipulación, el pasar de un extremo a otro (un día soy muy simpático contigo y otro día soy todo lo contrario), o el mentir de forma constante y justificar esa mentira siempre culpando a los demás. Un rasgo muy característico es que en las discusiones suelen llevarlas siempre al terreno de lo personal en vez de centrarse en el foco de la discusión en sí. Para el psicólogo y escritor José Enrique Vázquez, una persona tóxica es aquella que en las relaciones interpersonales desgasta, culpabiliza, intimida y le roba la energía y esperanza al otro: «No aportan nada positivo, no ayudan, no son empáticos ni asertivos y, sobre todo, suelen ser tremendamente egoístas, egocéntricos y no quieren saber de respeto y tolerancia con los demás».
A pesar de ello no siempre es fácil detectar a una persona con este tipo de características, ya que esta persona puede realizar dichas actitudes con el fin de generar tensión al individuo, haciendo que la relación con esta persona nos produzca una determinada tensión que, dependiendo del caso y de la persona, se puede traducir en migrañas, úlceras de estómago, dermatitis, ataques de pánico, ansiedad e incluso, en situaciones más graves y complicadas, puede producir ciertos tics. Esa tensión es la que nos avisa de que estamos ante una relación que no nos conviene o que debemos cambiar nuestra forma de actuar ante ella para que no tenga consecuencias negativas.
Es importante para conllevar con estas situaciones el realizar ejercicios de relajación, tomar abundante agua, confiar en nuestros valores, con el fin de otorgar a nuestro organismo un punto de equilibrio, tranquilidad y paz.