A más inversión en investigación, mayores los beneficios; una afirmación que debería ser el mantra de muchas universidades españolas que se sitúan a la cola en cuanto a patentes universitarias se refiere.
Si echamos un vistazo a lo que las universidades americanas han hecho en los últimos años en cuanto a desarrollo e innovación no se nos pasa por alto que la gran mayoria de las grandes empresas provienen de una idea gestada en las aulas de Harvard, el MIT de Boston o alguna otra escuela de prestigio; por ejemplo, el creador de Facebook Mark Zuckerberg creó su multimillonaria empresa cuando aún estaba estudiando Psicología en la universidad.
Recientemente se ha elaborado un estudio europeo para comprobar el nivel de beneficios que se ingresan en las universidades provenientes de patentes o investigación, la posición española presenta una cierta debilidad tanto en cuanto el porcentaje del PIB dedicado a I+D es inferior a la media de la UE (1,3% frente al 2%). Sin embargo, países como Finlandia, paradigma educativo, tiene un 3,8%; Suecia, un 3,4% y Alemania, un 2,8%.
Fuera de Europa, países como Israel, China o Singapur encabezan el ranking mundial en cuestión de licencias de patentes, debido a la estrecha colaboración entre la universidad y el tejido empresarial. Estos ingresos que generan las universidades mediante la venta de patentes o proyectos de investigación hacen posible la contratación de nuevos profesores para sus centros universitarios además de invertir en la mejora de equipos.
En nuestro país es compleja la inversión en I+D+i quizá debido a que la brecha entre universidad e industria es más grande, además de estar experimentando una 'fuga de cerebros' dadas las limitaciones de los investigadores, que han de hacer las maletas y marcharse al extranjero para continuar su labor investigadora.
Una labor conjunta entre el gobierno para ayudar más a las universidades e impulsar así la investigación es lo que se pretende para que no se marchen más científicos y retener así el talento.